Se trata de un aljibe para la recogida y almacenamiento de agua de lluvia.
Es una obra excavada de planta circular, de unos 20 metros de diámetro, realizada con grandes sillares de piedra.
El agua entraba en la poza por un portillo abierto en el lado norte, donde había un “rastrillo” para filtrarla y limpiarla, en la zona denominada “rebalsa”.
Para acceder a su interior hay una apertura con una escalera de dos tramos, construida en la última restauración, que desciende hasta el fondo de la obra.
En el centro de la balsa se alza un pilón que sirve para medir el nivel del agua.